Sólo deseo mostrar con estas líneas mi satisfacción por ver cómo desde el Ayuntamiento y su Delegación de Obras Públicas se acaba con la imagen lamentable de una de nuestras calles más emblemáticas, la calle Sierpes. Para mí, y supongo que para muchos sevillanos, era increíble que la capital de Andalucía tuviera su calle más famosa con un suelo playero, con boquetes y con losetas rosas a cada paso, con farolas de autopistas, etcétera.
Sólo tengo una pena: la triste aparición de algunos personajes que se niegan al progreso, a la evolución y a las mejoras, simplemente porque son incapaces de tener visión de futuro, y sólo piensan en cuántos cafés con pasteles, camisas o figuras de bronce han vendido en la última hora. Y pensar, señora Guerra-Libreros, que todo lo que se hace es para que ellos ganen más, en fin, el mundo al revés.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de julio de 2002