'Es la quinta vez que nos hacen esto. ¿No se enteran de que nosotros queremos vivir en Barcelona?', exclamaba indignado Juan R., uno de los desalojados del solar situado entre la Diagonal y la calle de Pere IV. Este hombre de cerca de 50 años es una más de las 200 personas que ayer vieron cómo se acababa a golpe de piqueta con las paredes de los solares que habían ocupado durante los últimos meses. A mediodía y sin un lugar adonde ir, no dudó en ocupar, junto a 15 familias más, otro solar de la calle de Selva de Mar. 'Nos quedaremos aquí hasta que nos echen, después ya veremos'.
El desalojo supone un nuevo golpe a su ya precaria situación. 'Para nosotros es muy difícil intentar buscar un trabajo normal cuando debemos estar siempre pendientes de cuándo nos van a echar', explicaba Alfredo, otro de los desalojados. 'Nos tratan como a los inmigrantes, pero nosotros somos españoles y queremos vivir en Barcelona', recordaba este hombre de unos 30 años nacido en Galicia y de origen portugués.
El problema de los asentamientos gitanos en Poblenou viene de lejos, pero ahora se ha agravado por el imparable ritmo de construcción de nuevas viviendas y oficinas en la zona. Ello está dejando al descubierto una realidad que ocultaban las antiguas y desvencijadas fachadas. Los gitanos están allí, estaban allí hace ya años y quieren seguir allí. Pero ni ellos ni el Ayuntamiento saben muy bien qué hacer.
El gerente del distrito de Sant Martí, Lorenzo Albardías, aseguró ayer que 'la mayoría de ellos están de paso en Barcelona'. 'Creemos que después del desalojo se irán a otra parte', añadió. 'El Ayuntamiento ha hecho lo que debía, que es ofrecerles ayuda social, pero deben entender que el barrio está en un proceso de transformación muy importante y que los solares pasarán a tener nuevos usos', afirmó. Los gitanos, sin embargo, piden que les alquilen un terreno donde instalar sus caravanas. Algunos reconocen que en septiembre se irán a trabajar a la vendimia, pero otros quieren quedarse, ya que la escuela de los niños está en el barrio.
SOS Racismo lamentó ayer que el Ayuntamiento haya ordenado el desalojo 'en pleno verano, cuando las ONG funcionan a medio gas'. 'Parece que quieran esconderse', afirmó un portavoz de la entidad, quien recordó que el desalojo de los inmigrantes de la plaza de Catalunya se hizo en condiciones parecidas y cuando la alcaldía se encontraba en manos de un alcalde accidental, en este caso Jordi Portabella.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de julio de 2002