El 31 de enero de 1994, un incendio redujo a cenizas el viejo Teatro del Liceo de Barcelona, una de las instituciones emblemáticas de la capital catalana. Sólo la fachada permaneció en pie. Semanas después ya se había decidido reconstruirlo. Todas las administraciones, así como la sociedad barcelonesa en pleno, colaboraron para que el 7 de octubre de 1999 renaciera aparentemente igual, pero modernizado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de agosto de 2002