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Crítica:DANZA | GREC 2002

De espaldas a la actualidad

La programación de danza del Grec 2002 se ha caracterizado por la falta de riesgo e interés. La dirección del festival de verano de Barcelona vive de espaldas a la actualidad de la danza internacional, a diferencia de otros festivales europeos, que se caracterizan por lo avanzado de sus propuestas. La danza del Grec 2002 tiene un talante localista, su única apuesta ha sido traer al mítico bailarín Mijaíl Baryshnikov al frente de su grupo White Oak Dance Project, una lección de modern dance de uno de los bailarines más importantes del siglo XX.

Una de las primeras actuaciones fue la de Compañía Nacional de Danza 2, un excelente espectáculo, nada novedoso. La política del Grec de coproducir espectáculos de creadores locales se ha saldado con aciertos y desaciertos, con creadores que a la vez presentan sus trabajos a lo largo del año en la temporada de danza catalana. Acierto fue el solo de Andrés Corchero en su única actuación en el Convent de Sant Agustí con El bufó sota la tempesta, inspirado en dos poemas de Feliu Formosa, que el autor recita en directo, y un texto de Octavio Paz. Otro magnífico solo ha sido Atrás los ojos, el último espectáculo de Mal Pelo, en que la carismática María Muñoz baila en solitario.

El mayor acierto fue Orlando, que nos acercó al bailarín y coreógrafo catalán Cisco Aznar, que trabaja en Bélgica. Los desaciertos serían Pièce(s) d'tachée(s), del creador catalán afincado en París Tomeo Vergés y el presentado por la compañía Color que dirige Rosa Maria Grau, Al-Andalus. A palo seco.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de agosto de 2002