Como profesor de enseñanza secundaria y padre de un hijo que pronto tendrá que elegir un itinerario, me gustaría aclarar algunos puntos que, sin duda, serán de utilidad para muchos padres:
1. Los itinerarios no se crean como instrumento de apoyo para el conocimiento de las áreas instrumentales (lengua y matemáticas), sino precisamente para todo lo contrario, establecer diferencias en los contenidos que conforman el aprendizaje de cada alumno.
2. De esta forma, un alumno podría tener como asignaturas específicas de su itinerario Música, Educación Plástica y Tecnología, mientras que en un itinerario distinto tendría Física y Química, Latín y Ética.
3. Parece evidente que uno de los itinerarios estará formado por alumnos repetidores, emigrantes recién llegados o con problemas de integración y alumnos con problemas académicos. En estas condiciones, las posibilidades de alcanzar los mismos objetivos se reducen drásticamente. Es por esto que una norma básica seguida hasta ahora, y que cualquier jefe de estudios podría confirmar, era la de distribuir los alumnos problemáticos en las diferentes aulas.
Visto lo anterior, se puede concluir que los itinerarios planteados no son ni pueden ser permeables, porque las asignaturas cursadas serán distintas (y se perdería un año en las no cursadas), porque los contenidos serán necesariamente distintos y porque la diferencia en las asignaturas instrumentales se incrementará.
Ahora, si tiene un hijo que pronto va a cumplir 14 años, mírele a la cara, piense si es aún un niño y si puede tomar una decisión tan importante para su vida. Con la aprobación de la Ley de Calidad nos jugamos mucho. O intentamos modificarla o las consecuencias serán desastrosas para todo el sistema.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de agosto de 2002