Casi todos de vacaciones. Javier Arenas, no. Debe guardar el huerto de su señor y prepararle un aterrizaje terrenal a partir de septiembre. Andalucía, objetivo nº 1. Los candidatos del PP a las alcaldías ya cantan victoria. Teófila Martínez, directora del coro, quiere, como mínimo, seis capitales. De conseguirlas el camino de las autonómicas sería menos traumático.
Arenas, encantador de serpientes, intentará domar de espíritu combativo y reivindicativo del gobierno andaluz. Chaves no caerá en la trampa. Tiene tantas tablas que a Arenas le será imposible vender gato por liebre. La ejecutiva socialista, con sus guerrilleros más fogosos, ahondarán en las heridas abiertas de un PP con serios problemas de quiebra en Córdoba, Almería, Granada y Algeciras, más los que se avecinan. En muchos años, los socialistas andaluces se marchan de vacaciones sin tener abiertas crisis, mientras que los populares rumiarán a pie de playa indigestas crisis necesitadas de ingentes cantidades de Almax.
Teófila Martínez, versus Arenas, y Sanz, el ejecutor, hará cumplir el ordeno y mando de Aznar, vendedor insuperable de un partido en el que no hay, ni habrá familias. Ni a Arenas, Martínez y Sanz les temblará el pulso si tienen que cortar cabezas. Quieren llegar al Congreso del PP andaluz con una militancia sosegada, pacífica, aborregada, silenciosa y evitar el espectáculo mediático de peleas y disputas por el poder en un partido regido por férrea disciplina y mando militar.
Tiene la dirección popular mucho tajo en Andalucía. Podían empezar por Estepona, donde un gran encantador de serpientes, Pedro Román, quien fuera muñidor de Gil, y compañero de viaje y cárcel, ha levantado una plusvalía del 300% con la recalificación de terrenos, con la oposición, antes, del PP y ahora que gobiernan con sus bendiciones ¿Cómo lo explicamos? Habrá que recurrir a las echadoras de cartas o a los embaucadores que pueblan las noches de Marbella, y aún así habrá que esperar los supremos argumentos que han hecho a Teófila la más experimentada pitonisa de nuestra tierra. Pero todo ello con el permiso de Arenas, quien a toda costa, desea tener un otoño en paz ya que le están dando el veraneo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de agosto de 2002