Como ex trabajadora de Álvarez, me siento terriblemente preocupada por la situación en que me encuentro y el futuro que me espera, que es algo más que incierto.
Al pensar en lo que hicimos, lo que pudimos hacer y los apoyos que tuvimos, para solucionar nuestro problema, es cuando echo de menos a la clase política, a sus distintos niveles.
Cuando hay medios de comunicación delante, todo son parabienes, promesas, frases grandilocuentes y gestos (escasísimos).
En la terrible situación actual, el cierre de Álvarez significa muchísimo para Vigo y su comarca, pero estos privilegiados no han ni abierto la boca. ¿No se enterarían de lo que pasaba y pasó en Álvarez?
Tal vez fue que esta vez no hubo manifestaciones multitudinarias, con todo Vigo en la calle apoyando a Álvarez, y es mejor estar callados; ¡que lo arreglen los de Álvarez!, piensan. De aquellas manifestaciones multitudinarias no aprendieron nada, ni sacaron ningún mensaje. El pueblo, Vigo, les quería decir y les dijo que Álvarez no debía cerrar, pero la clase política no se enteró.
Hoy siguen sordos y mudos, si les insinúas algo pueden tener alguna salida fuera de tono, como la del político con mando en plaza que perdió los papeles en una emisora de radio hace unos días. Preguntado por la situación del personal de Álvarez, responde todo ufano: 'Como los de Álvarez hay muchos'. Es deber de nuestros dirigentes políticos tratar de mejorar en todo la situación de los ciudadanos y no 'escudarse y conformarse' con el mal de muchos... Un político local, hace poco en un pleno, 'largó' un discurso en plan moralista, que si estaban lejos de los ciudadanos, que había que preocuparse más por ellos... Que se apliquen el cuento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de agosto de 2002