Soy farmacéutica y trabajo en una de tantas farmacias de Madrid. Quizá la particularidad de ésta sea su proximidad a un centro de planificación familiar, centro donde se receta la píldora poscoital, o del día después, pues no en todos se lleva a cabo.
A diario, mis compañeras y yo dispensamos dicho medicamento previa entrega de la nota facultativa con absoluta normalidad. Sin embargo, un sábado tras otro se nos plantea el mismo conflicto: el consultorio cierra. Y es en sábado cuando muchos jóvenes, por la causa que sea, requieren de ese apoyo profesional con urgencia. Es en sábado cuando, nerviosos y desorientados, vienen a la farmacia a encontrar una solución que no tenemos.
-No, de verdad, no te podemos dar la pastilla sin prescripción médica; no, no hay alternativa hasta el lunes, aún tienes 72 horas, o 48, no te preocupes.
Pero, por favor, que son 48 horas de angustia, que el tratamiento pierde efectividad con los días y a veces ni siquiera disponen ya de ese tiempo. Sinceramente, me parece un error descomunal vetar un servicio tan necesario los fines de semana, que los preservativos se rompen, que nada es infalible y que por fin existe remedio; dispongamos de ello.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de agosto de 2002