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Crítica:LAS VENTAS | LA LIDIA

Suave fue la noche

Suave fue la noche del viernes en el coso de la calle de Alcalá. De temperatura, brillos artísticos y casta, que aportó la novillada de Adelaida Rodríguez, que se repartió en proporciones justas, para que los espadas demostraran sus cualidades y carencias.

La mejor librada fue Raquel Sánchez, que con la muleta dio los más logrados pases de todo el festejo. Ocurrió en su primer novillo, al que construyó una faena meritoria sobre la mano izquierda, por donde se templó en naturales muy bien ejecutados, la pierna que carga la suerte adelantada y el remate adecuado en la espalda o talón contrario. Aun sin ligar las series, dejó constancia de su buen hacer. El quinto fue muy mal picado, acusó el castigo y se defendió en la muleta. Pasó fatigas la torero, pero lidió con suficiencia.

Rodríguez / Samos, Sánchez, Vázquez

Novillos de Adelaida Rodríguez. Desigualmente presentados, de juego irregular; en general, se alegraron en banderillas. José Manuel Samos, nuevo en esta plaza: pinchazo hondo -aviso- y cinco descabellos (saludos); media tendida y dos descabellos (silencio). Raquel Sánchez: estocada delantera (oreja); pinchazo delantero, pinchazo hondo y descabello (silencio). Luis Miguel Vázquez, nuevo en esta plaza: golletazo (silencio); estocada trasera (oreja). Plaza de Las Ventas, 2 de agosto, noctura. Casi tres cuartos de entrada.

José Manuel Samos, en su primero, hizo cosas de buen gusto ante el manso y nobilísimo ejemplar de doña Adelaida. Tandas de redondos y naturales templados, en donde llegó a correr la mano al compás de tan agradables embestidas. Los ayudados por alto finales fueron bonitos, de estética factura a tener en cuenta. En el cuarto no acabó de encontrar la distancia a un novillo que en el último tercio fue complicándose. Un novillo que había sido bien banderilleado por Rafael García, que hubo de saludar, y lidiado de capote de manera ejemplar por Manuel Montoya.

Luis Miguel Vázquez manejó el capote con buen aire en todas sus intervenciones, tanto en quites como cuando saludó de capa a sus dos novillos. En el sexto se gustó de verdad por verónicas, bien recogidas y de limpia realización. Mas, en la hora de torear de muleta, abusó del cite fuera de cacho y del remate hacia afuera, sin dejar en ningún momento de componer la figura. Como en este último novillo la suerte y el corazón le acompañaron al empujar la espada, se llevó una benévola oreja en el esportón.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de agosto de 2002