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REPORTAJE

Artificieros en una playa fantasmal

La amenaza de ETA obliga a desalojar a miles de turistas que huyeron de la playa de Santa Pola dejando allí bolsos y sombrillas

"Un policía nos ha dicho que saliéramos inmediatamente de la playa, que dejáramos todo, bolsos y sombrillas, que no nos acercáramos a las papeleras y que evitásemos pasar cerca de la discoteca", comentaba ayer con la respiración entrecortada una joven que poco antes estaba tomando un baño en la Gran Playa de Santa Pola. La chica y unas 5.000 personas más, la mayoría turistas, vieron alteradas por segunda vez en una semana sus vacaciones a causa de una amenaza de bomba de ETA. Residentes y turistas, todavía no respuestos del dramático atentado con coche bomba contra la casa cuartel el pasado domingo, acataron, algunos a regañadientes, las órdenes de las fuerzas de seguridad.

Tras la evacuación de las personas, efectivos de la Guardia Civil iniciaron, al filo de la una de la tarde, el rastreo de la Gran Playa y las calles aledañas a la discoteca El Cano en la Avenida Vicente Blasco Ibáñez, para tratar de localizar la bomba que, en una llamada a Gara, los terroristas decían haber colocado allí.

Poco después de la una agentes de la Guardia Civil y Policía Local desalojaron a los miles de personas que descansaban en la arena de la playa. Megáfono en mano, informaron a los vecinos del aviso de bomba y recomendaron a los inquilinos de las viviendas de Vicente Blasco Ibáñez el desalojo inmediato. Desde entonces efectivos de los Cedax del Instituto Armado también ampliaron la zona acordonada a las calles Murcia y Albacete, paralelas a la línea de playa. Los vecinos que se resistieron a abandonar sus casas fueron obligados a refugiarse en las habitaciones más protegidas, a cerrar puertas y ventanas y bajar las persianas.

El alcalde de la localidad, el socialista Francisco Conejero, comentó que el rápido despliegue de las fuerzas de seguridad y la infructuosa labor de búsqueda del artefacto explosivo en la primera media hora evitó una alarma mayor entre la población. El subdelegado del Gobierno en Alicante, Luis Garrido, explicó que la búsqueda del artefacto se inició en las calles más próximas a la discoteca inspeccionando coche a coche y con la ayuda de tres perros especializados en la detección de explosivos.

Sobre las cuatro se rastreó otra vez la playa para buscar el artefacto, aunque sin éxito. A las seis, efectivos de los Cedax pidieron al Ayuntamiento un tractor para continuar con la búsqueda del artefacto en la arena. Esta última operación se inició sobre las siete de la tarde centrada en el entorno de la discoteca.

Conejero destacó que esta nueva situación de alarma se produce sólo cinco días después del atentado a la casa cuartel. "Está afectando más si cabe a los nervios de los vecinos porque muchos han tenido que abandonar la playa sin llevarse ni el bolso, se encuentran en la calle desde hace seis horas y algunos no han podido ni comer". El primer edil de la localidad mostró su enfado por la "fijación de la banda criminal con Santa Pola: la ha tomado como rehén". En algunas zonas, acompañados de la policía, se permitió a los turistas recoger sus pertenencias por la tarde.

A primeras horas de la noche de ayer, las autoridades acordaron reducir el perímetro del cordón de seguridad estrictamente al área de la playa y de la discoteca. También se permitió la vuelta de los vecinos desalojados para que pernoctaran en sus respectivas casas, aunque tuvieron que entrar en sus domicilios de uno en uno y acompañados por agentes de la policía.

Las labores de rastreo en busca del supuesto artefacto explosivo se interrumpieron anoche para reanudarse a las siete de la mañana de hoy. Estaba previsto que hoy se sumaran conductores de tractores-grúas para remover la arena de la playa.

[Ayer se demolió la parte del cuartel de la Guardia Civil en Santa Pola más dañada por la bomba del pasado domingo].

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de agosto de 2002