Cuando uno paga 32 euros de entrada (el más caro de España) más cinco de parking (obligado) para pasar un sábado entero en un recinto de ocio que se promociona como de última generación y lo cobra como tal, quiere pensar que lo disfrutará; ¡pues nada más lejos de la realidad!
Mi paso por el Warner Bros Park fue simple y llanamente un un fraude. Poco se puede disfrutar cuando tres de las atracciones más importantes (Boomerang, Superman y Río Bravo) se estropean, no sin antes haber esperado colas de más de dos horas a pleno sol, y es que por no haber árboles no los hay ni pintados, o en recintos cerrados sin ventilación alguna, sin que nadie de personal avise o se comunique por megafonía.
Si, además, añadimos que los espectáculos son un elenco de actores a cámara lenta, con diálogos lamentables, sin zonas de sombra donde poder 'disfrutarlos' (eso sí, mucho petardo y mucho fuego, por si no hacía calor suficiente), que en toda la mañana sólo pudimos montar en una atracción (Batman); y en la cual no tenías sensación de velocidad por ser demasiado corta y estar dando vueltas desde el principio; que la supuesta Casa del Terror (con hora y media de cola) está más iluminada que un supermercado.
Todo esto se hace más acuciante para padres con niños pequeños, limitados a la zona infantil.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de agosto de 2002