Cuando la chardonitis impone su gusto amielado y la crianza borgoñona hasta cansar al más afrancesado de los consumidores, es el momento de volver la vista a nuestros varietales blancos autóctonos. Y aunque apenas si se pueden contar con los dedos de una mano, hay entre ellos algunos de calidad extraordinaria que la producción abusiva ha arrinconado injustamente.
Reivindicados el albariño, el verdejo, el godello, la treixadura y la garnacha blanca, hay que romper una lanza por el xarel.lo, el mejor varietal blanco catalán, destinado hasta ahora a un modesto papel en la producción masiva de cava. Sin embargo, el xarel.lo bien cultivado y mejor elaborado aporta al vino un contrapunto aromático -el plano de la fruta carnosa, y el punto de fuga de la hierba seca, el mineral- capaz de actuar como un eficaz resorte para la evocación de paisajes cromáticos que se abren a la plenitud de un paladar graso y elegante. Uva de excelentes cualidades, que exigen años de viña y poca producción, tiene cuerpo, buena acidez, aroma elegante y notables posibilidades como monovarietal, tal como demostró en su día el pionero Ramón Balada. Hoy se ofrece en un puñado de excelentes blancos, donde resuena el Mediterráneo y su cohorte de aromas, en el que se puede rememorar el vigor plácido de las hierbas olorosas de matorral, junto a notas festivas a flor, y la fruta carnosa.
Cuando la chardonitis impone su gusto amielado y la crianza borgoñona hasta cansar al más afrancesado de los consumidores, es el momento de volver la vista a nuestros varietales blancos autóctonos. Y aunque apenas si se pueden contar con los dedos de una mano, hay entre ellos algunos de calidad extraordinaria que la producción abusiva ha arrinconado injustamente.
Reivindicados el albariño, el verdejo, el godello, la treixadura y la garnacha blanca, hay que romper una lanza por el xarel.lo, el mejor varietal blanco catalán, destinado hasta ahora a un modesto papel en la producción masiva de cava. Sin embargo, el xarel.lo bien cultivado y mejor elaborado aporta al vino un contrapunto aromático -el plano de la fruta carnosa, y el punto de fuga de la hierba seca, el mineral- capaz de actuar como un eficaz resorte para la evocación de paisajes cromáticos que se abren a la plenitud de un paladar graso y elegante. Uva de excelentes cualidades, que exigen años de viña y poca producción, tiene cuerpo, buena acidez, aroma elegante y notables posibilidades como monovarietal, tal como demostró en su día el pionero Ramón Balada. Hoy se ofrece en un puñado de excelentes blancos, donde resuena el Mediterráneo y su cohorte de aromas, en el que se puede rememorar el vigor plácido de las hierbas olorosas de matorral, junto a notas festivas a flor, y la fruta carnosa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de agosto de 2002