La madrugada del 29 de julio aconteció un nuevo caso de lince atropellado en una de las vías del entorno de Doñana. La carretera de Hinojos fue testigo de esta muerte, a estas alturas, 'predecible', 'conocida', 'anunciada'... ¡Cuántos adjetivos escépticos y desesperanzadores nublan la mirada de este ser tan bello! Y es que, señores, estamos ante una situación de emergencia que, como tal, exige adoptar una actitud seria y responsable hasta la fecha inexistente.
No es una cuestión de implantar bandas sonoras en uno de los tramos de la carretera a Matalascañas (Huelva), un ejemplo de las últimas y débiles actuaciones (¿acaso no hubiera sido más acertado al menos construir badenes?), sino de ir más allá, de pensar realmente en el interés del felino y de actuar con firmeza en este asunto. En definitiva, de protagonizar hechos más contundentes, eficaces e inteligentes como son, entre otros, la construcción del número necesario de pasos de fauna, que son muchos, y el vallado de las carreteras precisas.
Desgraciadamente, la cuenta atrás comenzó hace mucho tiempo y no nos podemos seguir permitiendo errores o simplezas humanas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de agosto de 2002