Cuando el director Alejandro Amenábar grabó la escena de la película Abre los ojos, en la que Eduardo Noriega corría por una solitaria calle de Madrid, tuvo que hacerlo de madrugada para evitar que nadie interrumpiera el rodaje. No hacía falta convocar al actor a esas horas. El sábado, a las 14.30, el normalmente tan transitado paseo de la Castellana presentaba este aspecto desolador.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de agosto de 2002