En la ciudad porciolista, el peatón era una molestia que encarecía el precio de construcción de una autopista como la Meridiana, luego golpeada por el horror terrorista. Pero mandaba el sis-cents, no había quien le tosiera. Las Rondes, la mejor obra olímpica, han supuesto un cambio radical en el modelo de vialidad.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de agosto de 2002