Nadie me da ningún tipo de explicación de cuál fue la causa que me originó un traumatismo craneoencefálico en la calle de Bilbao el 31 de julio sobre las 19.00 horas. El SAMU me trasladó al hospital La Fe, donde recuperé el conocimiento dos horas más tarde. Se supone que la policía debería de haber intervenido, pero no hubo atestado. El SAMU tendría que haberle pasado al médico el informe con datos de la asistencia. Tampoco fue así. Sólo se especifica que fui recogida de la vía pública y que no hay testigos. Y a mi familia la avisaron cinco horas más tarde, desde urgencias. Menos mal que el TAC salió bien y no requerí intervención. Encontrar mi historia también supuso una aventura. Me colocaron en digestivo, al lado de una enferma terminal de Alzheimer, por falta de camas, y mi historia andaba por neurología o neurocirugía. Así que tenía que esperar a mediodía para ser visitada por los especialistas y, siempre, previa queja mía. Claro, que no era mi planta. Al final, sale una del hospital sin saber por qué no le han realizado un electroencefalograma. Además de requerir por escrito en el SAMU los datos sobre el servicio efectuado. Ahora... a esperar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de agosto de 2002