En un reciente programa del primer canal de TVE, Ésta es mi historia, que trataba sobre curanderos, la presentadora, con una frivolidad tan notoria como su ignorancia sobre la discusión que intentaba conducir (llamarlo debate es darle una dignidad de la que careció el programa en todo momento), llegó a admitir como razonable que se fuera al curandero, pero siempre que fuese bajo supervisión médica.
Me pregunto cuál hubiese sido la reacción de los medios de comunicación si en lugar de debatir sobre curanderismo se hubiera hecho sobre inmigración o la violencia contra las mujeres, y la presentadora hubiese dicho un dislate semejante. Al parecer, la salud pública es asunto de interés menor.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de agosto de 2002