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Los supuestos homicidas de un camarero en Madrid pretendían robar dos bolsas de monedas

Uno de los agresores trabajó hasta el pasado abril en el bar donde se cometió el crimen

Ni vendettas, ni deudas, ni drogas. Eugenio Mauricio Pineda, el camarero ecuatoriano asesinado en Madrid el pasado sábado, murió por defender dos bolsas de monedas ocultas en el almacén del bar donde trabajaba. Su presunto homicida, el colombiano John Danilo Porras, conocía el escondite porque trabajó en el local hasta el pasado abril. Porras y su presunto compinche, Carlos Arturo Velásquez, se llevaron en el asalto 600 euros. Cuando Velásquez iba a ser detenido el lunes, mató a tiros a un inspector de policía, antes de ser herido mortalmente por otro agente.

El reguero de sangre que ha asolado Madrid en los últimos días empezó por un simple robo. Porras, de 23 años, y Velásquez, de 39, dos delincuentes colombianos, creyeron que tenían por delante un golpe fácil: asaltar a primera hora de la mañana un bar atendido por un solo camarero. Porras había trabajado en el bar JM, situado en la calle del Arzobispo Cos, en el distrito de San Blas, desde el pasado enero hasta abril, cuando fue despedido por "ser mal camarero y un poco raro", según el dueño. "Lo contratamos porque un conocido me dijo que buscaba trabajo. Pero no cumplía", agregó éste.

Porras sabía que en el almacén del bar, ocultas tras unas cajas, solía haber dos bolsas repletas de calderilla. Eran muchas monedas. "Algo más de 600 euros", explicó el dueño. Con lo que no contaban los malhechores era con la feroz resistencia del camarero Pineda. Éste, nacido en Machala hace 36 años, llevaba sólo tres meses empleado en el JM. "Era un hombre serio y trabajador", señalan su esposa, sus compañeros de piso y el dueño del bar. Éste confiaba en Pineda lo suficiente como para dejarle abrir el negocio.

La resistencia de Pineda a que los dos colombianos se apoderaran del dinero de su patrón, le costó la vida: Porras le asestó 17 puñaladas en la espalda, el pecho y el abdomen, según la policía. La víctima murió después en el hospital de La Princesa.

Pineda vivía en Madrid desde febrero de 1999, cuando llegó solo y trabajó a destajo hasta que logró traer a España a su esposa, Nancy Sancho, y a sus dos hijos (una niña de 10 años y un niño de cinco). La familia compartía piso en el barrio de Ascao con dos matrimonios ecuatorianos.

Huellas dactilares

Los dos asaltantes huyeron del bar con parte del dinero de las bolsas, según fuentes policiales y el dueño del local. Pero la policía no tardó en identificarlos, ya que habían dejado sus huellas dactilares en los vasos de café que el camarero ecuatoriano les había servido antes de ser mortalmente agredido. "La policía les identificó muy rápido. Me pidieron información de todas las personas que hubieran trabajado en el bar en los últimos meses. Cuando vio la documentación de John Danilo Porras, tiraron del hilo", explicó ayer el dueño del bar JM.

Porras, que tenía permiso de residencia en España, había sido detenido en septiembre de 2000 por falsificación de documentos. "Cuando le despedimos, cambiamos la cerradura de la puerta. Por eso vino por la mañana: porque sabía que el bar estaba abierto, que había un solo camarero y dónde estaba el dinero", comentó el dueño. "El pobre Pineda murió por estar en el bar. No iban a por él", añadió el dueño. Tanto éste como la viuda de Pineda creen que "la víctima y el asesino no se conocían". Las indagaciones policiales llevaron hasta la calle de Francisco Madariaga, 18, en Ciudad Lineal. Allí vivían Porras, Velásquez, la también colombiana Liliana Patricia Gutiérrez, de 28 años, y la pareja ecuatoriana formada por Mónica Alexandra Ramírez Castillo, de 21, y Wilson Patricio Cañar Luzón, de 32. Estos dos últimos quedaron ayer libres, tras haber sido detenidos el lunes. Pero Gutiérrez, compañera sentimental de Velásquez, ha pasado a disposición judicial acusada de tenencia ilícita de armas (la policía halló en su habitación dos pistolas).

El pasado lunes, el inspector Salvador Lorente y otros dos policías interceptaron a Velásquez cuando entraba en el portal de su vivienda. El sospechoso se revolvió, sacó una pistola y la emprendió a tiros contra los agentes.

Uno de los disparos mató al inspector Lorente, casado, sin hijos, y de 48 años, tras atravesarle el pecho. Los otros dos agentes también resultaron heridos: uno recibió un balazo en una mano y el otro en un costado. Los dos se recuperan de las heridas. Los policías heridos repelieron la agresión y un disparo alcanzó en el abdomen a Velásquez, que murió tras ser operado en el hospital de La Princesa.

El arma con la que Velásquez mató a Lorente ya estaba manchada de sangre: con ella habían sido asesinados Ángel Sánchez Pardo, de 52 años, y su hijo Ángel Sánchez Nieto, en el distrito de Usera el pasado 11 de mayo. Seis meses antes, el 7 de noviembre de 2001, un disparo de la misma pistola mató al colombiano Alberto Orozco Castellano en un locutorio de la calle de María Antonia, también en Usera.

En el piso de Porras y Velásquez, la policía encontró las dos bolsas de monedas supuestamente robadas en el bar JM. Ese dinero fue lo que originó, el pasado sábado, una cadena de hechos que se ha saldado con tres muertos, dos viudas y dos huérfanos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de agosto de 2002