José Tomás tenía algo que decir y lo dijo; enseñó cómo se torea al natural y lo natural que es el toreo: enfrentado a los pitones, la muleta adelantada, cargando la suerte, trazando con limpieza la maravilla simple que llevaba prendida al toro y, si éste tiraba a descomponerse, allí estaba el temple. La última serie, de frente y de largo, haciendo galopar a la res merced a la distancia, fue ejemplar. Hubo más, pero el toreo al natural es el fundamento mismo, lo más simple y lo más bello. La estocada se desprendió un poquito. En el segundo volvió a explicar otra lección acerca del natural. La estocada, buena, necesitó un descabello.
Víctor Puerto mató bien al cuarto, dispuesto a jugársla a las primeras de cambio; el primero huyó al galope a chiqueros.
Núñez / Puerto, Tomás, Abellán
Toros de Núñez del Cuvillo. El 1º, sobrero de La Palmosilla, rajado; los demás, reservones. Víctor Puerto, silencio y ovación. José Tomás, oreja con petición de otra y oreja. Salió a hombros. Miguel Abellán, ovación y silencio tras aviso. Plaza de la Malagueta, 14 de agosto, 6ª de abono. Más de tres cuartos de entrada.
Miguel Abellán cumplió con más valor que fortuna ante dos toros difíciles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de agosto de 2002