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COLUMNA

Crisis

El mes de agosto que termina ha significado un respiro para el turismo andaluz, en especial para algunas zonas costeras aquejadas por una crisis que no esperaban. La ocupación ha sido razonable, pero no buena. Incluso se podía decir que algo mejor que lo esperado, pero no suficiente. Hay crisis y será necesario que se analicen en profundidad las causas, Ya tiene materia por delante el consejo consultivo del turismo andaluz de reciente creación. El consejero de Turismo y Deportes, Antonio Ortega, necesita hacer una parada en su galopante actividad y con su equipo consultor adentrarse en el modelo de turismo que Andalucía puede ofrecer en un futuro. Aunque la situación del turismo andaluz no haya notado la crisis con los mismos efectos que otras zonas turísticas españolas, como la balear, no sería bueno esconder la cabeza.

El asunto no es baladí por cuanto el turismo representa una parte importante del PIB andaluz. Se detectan unos cambios en los usos y costumbres del turista que siendo aún de sol y de playa mayoritariamente, hay quien empieza a hablar de viajeros que buscan otros alicientes para su ocio o descanso. En Andalucía se anuncian cambios importantes con una oferta de turismo deportivo y cultural de primera magnitud. Ahí puede estar la clave del futuro. Es además un turismo que no está sometido, tan directamente, a los mayoristas; es decir, a quienes pretenden imponer unos precios al socaire de la crisis. Crisis, que todo hay que decirlo, inventadas, gestadas y propaladas en ocasiones a miles de kilómetros de Andalucía para romper mercados y precios.

Es posible que haya empresarios, cosa que dudo, interesados por un turismo de sangría, de bocata, de noches llenas de alcohol y sexo barato; de un turismo masivo y baja calidad por tal de llenar el hotel. Es la muerte. No se puede repetir una historia que costó muchos años remontar. La generación de nuevos empresarios hoteleros no va por estos caminos.

Desconozco si las campañas de promoción de la Consejería han alcanzado los resultados apetecidos; desconozco también si las promociones consiguieron sus objetivos porque las evaluaciones serán internas, pero de una cosa sí estoy seguro: el modelo tradicional del turismo no es válido para este siglo. Hay que potenciar más ofertas de ocio, mejorar las existentes, alcanzar soluciones integrales en infraestructuras y saber vender lo que tenemos, que no es poco.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de agosto de 2002