En Madrid, las piscinas municipales cierran en agosto. Las piscinas cubiertas, es decir, las destinadas a practicar la natación, en las que una busca un rato durante el año para hacer esos largos que le ayudarán a mantenerse en forma, cierran en agosto.
Normal, ya que, como todo el mundo sabe, en Madrid, en agosto, no queda nadie. Y los que quedan, que vayan a las descubiertas, en las que no se puede nadar, pero es igual: el que quiera nadar que vaya a las diez de la mañana, que a esa hora no hay nadie. ¿Qué en el centro de Madrid, por ejemplo, no hay ninguna piscina descubierta? Pues que se vayan a Barajas, que allí hay una cubierta y todo, que no han cerrado (quizá porque la acababan de inaugurar en julio) y ni siquiera está totalmente abarrotada, lo que demuestra que la demanda en Madrid no es tan grande, porque si lo fuera, los nadadores de Centro, Latina y demás distritos de la capital estarían en Barajas. Elemental.
Y, sin embargo, desde una perspectiva diferente de la ley mercantil de la oferta y la demanda, podría también tener cierta lógica que el Instituto Municipal de Deportes aprovechara el caluroso mes de agosto, en el que muchos ciudadanos tienen más tiempo libre y más ganas de mojarse, para fomentar la natación y hacer, por ejemplo, jornadas de acercamiento a este deporte.
¿Acaso no fomenta el esquí en febrero? Cierto es que la modesta pileta de agua no da tanto negocio o prestigio como el deporte de la nieve. Pero mientras llegan las nieves ¡que al menos nos abran las piscinas! Una nadadora madrileña.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de agosto de 2002