Sergei Torop era policía en la pequeña ciudad rusa de Minusink, (Siberia), hasta hace 11 años, cuando descubrió que más que a dirigir el tráfico, él había venido a salvar al mundo, ya que se trataba de Jesucristo. Fundó entonces la secta Vissarion, y estableció un estricto código de conducta para sus seguidores, a los que está prohibido beber, fumar, comer carne, y cualquier intercambio monetario dentro del grupo. El domingo reunió a miles de fieles en la localidad de Petropavlovka.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de agosto de 2002