¡Qué fácilmente acaban nuestros dirigentes con los problemas! Me refiero a esto del botellón. Pero yo siempre he pensado que todos los problemas tienen un origen, y mientras no se vaya al origen no se acaba con el problema. El botellón nace del precio abusivo de las copas, que te pides una copa y, a la hora de pagar, parece que estás comprando la botella entera, y encima la mayoría de las veces de garrafón.
Y todo esto en locales con gorilas en la puerta que te tratan como si fueras un ser inferior, sin aire acondicionado o, por lo menos, insuficiente para el aforo, y con baños infames, peores que los de algunas gasolineras de carretera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de agosto de 2002