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CARTAS AL DIRECTOR

Chillida y nosotros

Primero fue Gadamer, ahora Chillida. Se nos mueren los 'constructores de puentes', los mediadores que nos concitan y nos invitan a conversar. Los trabajos de Chillida son ensayos (es decir, 'intentos') preñados de interrogantes, de pequeñas variaciones en el error. Un equilibrio precario entre la necesidad y la voluntad humana, una metáfora de la democracia y también del desamparo en el que se nos hallamos.

El quehacer de Chillida nos ofrece el prisma adecuado desde el que abordar el descorazonador presente en el que siempre vivimos, en lo personal y en lo colectivo. Su legado no es ni abstracto ni incomprensible; es la clave que sujeta uno de los últimos puentes que nos vinculan y nos hermanan unos a otros. Por desgracia, cada vez van quedando menos constructores de puentes, y sólo crecen las filas de los dinamiteros, amigos del desierto.

El trabajo de Chillida seguirá pidiéndonos que nos atrevamos a comprendernos, pensarnos y querernos. Chillida murió en el intento, pero su ejemplo no.- Antonio Fraguas Garrido. Pozuelo de Alarcón, Madrid.

Quisiera utilizar este medio de comunicación para expresar mi gran tristeza y pesar por el fallecimiento del donostiarra más universal de las últimas décadas y quizá del siglo.

Eduardo Chillida ha dado permanente ejemplo no sólo con su obra, sino también con su actitud y comportamiento social. A mi memoria vienen innumerables concentraciones en San Sebastián pidiendo paz, en las que tuve el inmenso honor de compartir el silencio con él.

Descanse en paz el genio, el artista, el padre, el hombre. Y que lo haga rodeado de su creación y su legado en Chillida Leku, su justo y merecido sueño, su mejor morada eterna. Y que habite en nuestras vidas el ejemplo que nos dio.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de agosto de 2002