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La policía aborta un atraco con 31 rehenes en una sucursal bancaria de Benidorm

Unos chillidos y gritos de ¡atraco! ¡atraco! alertaron a las 9.10 de ayer a los vecinos de la calle Gambo de Benidorm, una de las más comerciales del centro de la ciudad. Dos agentes de la policía local, de servicio en la zona, actuaron con rapidez. El primero que entró corriendo en la sucursal del Banco Popular, en el número 6 de la calle, fue frenado por el cañón de una pistola que le apuntó a un palmo de la cabeza. El atracador disparó, pero la bala no salió porque el arma se encasquilló. El segundo agente dio aviso por radio y numerosos efectivos de la Policía Local y del Cuerpo Nacional lograron abortar el atraco.

Todo había comenzado la noche anterior, cuando fue secuestrada la familia del interventor de la entidad, José S. A las 20.30, cuatro hombres con los rostros ocultos por pasamontañas y las manos enguantadas se presentaron en su vivienda y redujeron al matimonio y a sus dos hijos a punta de pistola. Allí pasaron la noche. No cenaron. Uno de los delincuentes se fumó un puro.

Poco antes de las 8 de la mañana, escoltado por tres ladrones, el empleado se dirigió al banco y fue obligado a introducir la combinación en la caja de apertura retardada. Los 31 trabajadores y clientes de la entidad que llegaron durante la espera fueron inmovilizados con cinta adhesiva en el sótano. Los asaltantes se apoderaron de un botín de 180.000 euros (30 millones de pesetas).

Cercados por un gran despliegue policial, los atracadores acabaron por rendirse. Tres fueron detenidos; el cuarto, que vigilaba a la familia del interventor, logró huir.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de agosto de 2002