Una semana después de la llegada del Rey Fahd a Marbella, las expectativas levantadas entre los comerciantes de la ciudad por el regreso del monarca de Arabia Saudí y su enorme séquito no terminan de cumplirse. Esto no ha impedido que el municipio marbellí haya decidido bautizar un bulevar con el nombre del monarca, que aceptó ayer el reconocimiento, pero lo cierto es que los excesos de la familia real no se han dejado notar aún en la ciudad. Los 300 Mercedes que pululan por el municipio fueron alquilados en Ginebra (Suiza). Además, la práctica totalidad de los alimentos que consume el palacio se traen casi diariamente desde Arabia Saudí, a excepción de la fruta, y la mayoría de los trabajadores han sido contratados en origen por empresas intermediarias, de nacionalidad francesa, británica o alemana, que se encargan de gestionar y pagar las facturas del rey y sus familiares. A esto hay que añadir que de los 3.000 trabajadores con los que cuenta la inmensa finca real, situada en plena milla de oro de Marbella, sólo 500 han sido contratados hasta ahora en la localidad, una cantidad inferior a la de la anterior estancia del rey en el año 1999. Hay unos pocos afortunados, como los dueños de una pastelería o de una tienda de flores, que surten diariamente a Palacio, o los propietarios de uno de los puestos de frutas del mercado de abastos que sirven pedidos de dos y tres camiones a la mansión real. Sin embargo, los gastos en joyerías no llegan a ser nada del otro mundo, a diferencia de lo que ocurría en el año 1999, aunque tiendas como las de la cadena Gómez y Molina han recibido algunos pedidos de relojes por parte del hermano del rey y gobernador de Riad, el príncipe Salman, para agasajar a familiares y amigos. Ni siquiera las famosas propinas son lo que eran. Sin embargo, la asociación de empresarios y profesionales de Marbella CIT es optimista y considera que la estancia del monarca saudí reportará al municipio una cifra 'ampliamente superior' a los 72 millones de euros de beneficios registrados en 1999.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de agosto de 2002