Estudio de A. Troitzky, 1926.
El tema de la interposición debe ser el más bello de todos los que integran el arsenal del ajedrecista. Tiene algo de desafío a la inteligencia que le confiere un impacto difícil de equiparar. El estudio que hoy aportamos, obra del gran Alexéi Troitzky, emplea la interposición como punto culminante de una combinación victoriosa y logra un efecto estético impresionante. Es obvio que las blancas, con torre y alfil de menos, tienen todas sus esperanzas puestas en el peón de e6; por tanto, 1 e7 es la jugada de la solución. Ahora las blancas amenazan tanto coronar en e8 como en d8, capturando el caballo; pero las negras disponen de una defensa que parece disolver como una oblea las posibilidades de triunfo del adversario: 1... Td4! defiende el caballo de d8 y si 2 e8=D, Ab5 j. seguido de 3... A - e8. Pero en esta situación, aparentemente desesperada para las blancas, el compositor, haciendo sobre un tablero la función del poeta, descubre la profunda belleza encerrada en la actual disposición de piezas y obtiene una increíble victoria. La secuencia comienza con 2 Rc1, que sale de la descubierta y vuelve a amenazar 3 e8=D; las negras juegan 2... Ab5, y ahora, cuando todo parece perdido, resplandece la notable jugada de interposición: 3 Cd7!! y las negras están perdidas. Las vías del alfil y de la torre se entrecruzan y estorban mutuamente, y el dúctil peón se transforma en una dama. Si 3... A - d7 / 4 e - d8=D j. y la dama vence fácilmente con ayuda de su peón de a5; si 3... T - d7 / 4 e8=D j. y el alfil de b5 está perdido: si 4... Rg7 / 5 De5 j. y 6 D - b5, y si 4... Rh7 / 5 Dh5 j. y 6 D - b5, con fácil victoria. Una pequeña joya.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de agosto de 2002