El día 26 seguí el pleno del Parlamento sobre la ilegalización de Batasuna en CNN+. La cuestión que se debatía era de trascendental importancia, así que cada partido ha dejado ver su verdadero rostro. Me congratulé del sentido de la responsabilidad de los populares, esta vez sí, y de los socialistas, andalucistas y canarios; los que se abstuvieron (IU y CiU) cometieron, creo, un error grave que pueden acabar pagando en las urnas: sus excusas para justificar no haber votado afirmativamente no pueden convencer más que a quienes quieren pasar por equidistantes, pero no se puede ser indiferente en un asunto de tal trascendencia. Creo que Madrazo está haciendo mucho daño a IU en su conjunto, y Llamazares no debería haber permitido esa postura dentro de su coalición.
Menos explicable aún es la actitud de CiU. Sinceramente, pensé que iban a rectificar; no me puedo creer que a sus electores les parezca bien esta falta de compromiso en un momento tan crucial.
Lo del PNV me pareció impresentable: el nervioso y cabreado Anasagasti intentó hacernos creer que 'luego pueden ir a por ellos'. ¿De verdad es tan iluso que piensa que alguien puede tragarse semejante argumento? Y a la portavoz de EA, Begoña Lasagabaster, que alegó que las encuestas en Euskadi dan como resultado la oposición de la mayoría de los vascos a la ilegalización, le daré una pista de por qué puede ser que ocurra eso: que lea el artículo El asco, de Fernando Savater (EL PAÍS, 8 de agosto), en él hallará la respuesta. Si no se avergüenza de verse reflejada en algún párrafo del mismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de agosto de 2002