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Un tejano es ejecutado por un crimen cometido a los 17 años

Toronto Patterson tenía 17 años cuando asesinó a su primo de tres años para robar las llantas del automóvil de su tía en Dallas, el 6 de junio de 1995. Tenía 24 años cuando recibió una inyección letal en una prisión del Estado federal de Tejas, el miércoles pasado. De poco sirvió ante la justicia estadounidense que tres de los nueve jueces de la Corte Suprema se opusieran a la aplicación del castigo alegando que el condenado cometió su crimen siendo menor de edad. De las 23 personas ejecutadas en Tejas este año, Patterson es el tercero en este caso.

'Estas ejecuciones no sólo violan las normas internacionales, también ofenden la decencia humana', se indignó Steven Hawkins, director de la Coalición Nacional contra la Pena de Muerte. El factor racial, según él, no es inocente: en las seis últimas ejecuciones de jóvenes en Estados Unidos, que ocurrieron todas en Tejas, los condenados eran negros. El tribunal prohibió este año ejecutar a retrasados mentales, por considerarlos incapaces de comprender la gravedad de su delito. Para los opositores a la pena de muerte, ese razonamiento sigue válido cuando se trata de convictos adolescentes.

El miércoles, Patterson, atado a la camilla de muerte, rechazó la sentencia por el asesinato. 'Debería ser castigado por él, pero no creo que deba morir', dijo. 'No tengo animosidad. Estoy en paz y les invito a todos ustedes a mi entierro'. Su última cena: trozos de pollo frito con gaseosas Sprite. Seis de cada uno. Y torta con glaseado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de agosto de 2002