El pasado mes de julio, fui a dar un paseo por Ulia. Comencé a subir por un camino desconocido para mí, junto a una farmacia situada frente al reloj de Ategorrieta, y cuál fue mi asombro cuando veo en los rótulos del Ayuntamiento que tal calle lleva el nombre de Mikel Gardoki.
Recuerdo muy bien que Gardoki era militante de ETA . En el año 75 fue sorprendido por un control de la Guardia Civil en Ergobia y, tras un tiroteo, fue abatido a tiros por la policía. Entonces me entristeció su muerte y jamás vitorearé ninguna, pero de ahí a entender que, en el año 1979, el Ayuntamiento de San Sebastián , siendo alcalde el señor Alcain, del PNV, decidiera poner su nombre a una calle va un abismo. Y que aún hoy, con todos los muertos, heridos, secuestrados, extorsionados, amenazados por esa organización y teniendo un alcalde socialista desde hace 11 años, siga habiendo una calle con el nombre de un terrorista de ETA, no solo me asombre sino que lo considero la mayor indignidad y un gravísimo insulto (uno más, no cabe duda) por parte de este Ayuntamiento, primero hacia las víctimas y después hacia todos los ciudadanos que deseamos vivir en libertad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de agosto de 2002