El Partido Socialista Francés se reúne este fin de semana en la ciudad atlántica de La Rochelle para analizar las causas de su derrota en las presidenciales y legislativas de 2002. "Es demasiado pronto, hay que discutir y discutir, escuchar las opiniones de los demás, abrirse a la sociedad, para preparar el congreso de 2003", dijo el ex ministro de Economía Dominique Strauss-Kahn, una de las cabezas visibles de la corriente llamada "social-liberal" o "moderna".
Los silbidos y la bronca fueron para Marie-Noëlle Lienemann, ex ministra de la Vivienda y autora de un libro en que propone una explicación muy crítica del porqué del fracaso electoral del equipo dirigido por Lionel Jospin. Lienemann afirma que Jospin "no daba la talla para ser presidente" y que "no vibraba" porque "lo intelectualiza todo".
Las críticas de Lienemann, aún siendo a veces pertinentes, han sido muy mal acogidas en La Rochelle porque personalizan demasiado el fiasco en la persona de Jospin y porque respiran oportunismo. Ella, que lidera junto con otros antiguos ministros, como Julian Dray y Jean-Luc Mélenchon, la llamada "izquierda socialista", ve como esa corriente -que representó el 28% de los votos en el último congreso- se escinde para sumarse a las huestes de Henri Emmanuelli, socialista radical, antiglobalizador y republicano, que capitaliza el deseo de los militantes de volver a conectar con un electorado popular y con un discurso claro y simple.
Jospin ausente
Ausente el ex primer ministro Lionel Jospin, de quien se espera un libro para el próximo otoño -"cuanto más tarde en expresarse, con mayor atención será escuchado", le aconsejó el que fuera primer ministro de François Mitterrand, Pierre Mauroy-, el papel de hombre-síntesis lo intenta desempeñar el primer secretario del PS, François Hollande, pero tiene en su contra que los tiempos no son propicios a la conciliación. "El Partido Socialista necesita refundarse ideológicamente", le decía ayer el portavoz del partido, Vincent Peillon, al tiempo que criticaba "unas corrientes que sólo sirven para contarse y perpetuarse en el poder".
Peillon y Arnaud Montebourg, diputado que defiende que "no hay que cambiar la República, sino de República" -él se ha hecho famoso por querer procesar al presidente Jacques Chirac-, representan una nueva generación socialista no "quemada" por el ejercicio del poder y una esperanza para una izquierda plural totalmente descabezada.
Así, los socialistas comenzarán hoy sacando "las lecciones de las elecciones", un debate animado por la ex ministra de Empleo y actual alcaldesa de Lille (norte), Martine Aubry, el ex ministro de Economía y Finanzas Dominque Strauss-Kahn y la polémica ex secretaria de Estado de Vivienda Marie-Noelle Lienneman, muy crítica con Jospin.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de agosto de 2002