En relación con la muerte en Kabul del periodista neozelandés Alastair Sam McLeod (reseñada en EL PAÍS del 25 de agosto de 2002), quisiéramos incidir en la especial vinculación de dicho periodista con España. Compañero especialísimo e irrepetible, Sam McLeod residió y trabajó durante muchos años en Barcelona, ciudad donde dejó huella e hizo amigos que no le olvidan.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de agosto de 2002