Como corresponde a los jugadores que son más que jugadores, la figura de Ronaldo adquiere tal calibre en el fútbol que su estela produce movimientos sísmicos. Ronaldo es el futbolista más popular del mundo, el icono dentón de nuestro tiempo, el eje de un gran negocio que se teje en torno a sus inmensas cualidades sobre el césped. Ni tan siquiera las dudas sobre el estado de su frágil rodilla derecha han disipado la idea de que es un elegido. Ahora regresa a España para fichar por el Real Madrid, circunstancia que ha producido un alboroto colosal.
Su fichaje ofrece toda clase de lecturas porque afecta al ámbito deportivo, económico y hasta el político, al menos en la estructura de poder del fútbol español. Para el Madrid supone su consagración como principal referencia del fútbol mundial. En el plazo de dos años, Florentino Pérez ha fichado a Figo, Zidane y Ronaldo, que tiene en común el Balón de Oro y el galardón de la FIFA como mejores jugadores del mundo. Para un club que hace tres años tuvo que vender a Seedorf al Inter para pagar la nómina de sus jugadores, el cambio resulta asombroso.
En el orden deportivo no asegura el éxito al Real Madrid, primero porque el fútbol se rige tanto por la química como por la física. Habrá que ver cuál es el efecto Ronaldo en un equipo que es un catálogo de estrellas, con sus vanidades y todo eso. Pero si a Ronaldo le sostienen las rodillas, el Madrid habrá contratado el jugador más contundente del planeta, uno que gana partidos como nadie.
Ronaldo se reunirá en el Madrid con Figo. Además del Balón de Oro, tienen algo más en común: su pasado como azulgranas. Hubo un tiempo en que parecía impensable verles en el Real Madrid, primero porque estaban en el pujante club que había ideado Cruyff y segundo porque el Madrid vivía en un estado ruinoso. Del dinero se ocupó Florentino Pérez, y de lo simbólico también. El Barcelona lo sabe después del golpazo que sufrió con Figo. Ahora sufre otro con Ronaldo. Trató de impedirlo con el sabotaje a la operación, a través de la demora y posterior ruptura del fichaje de Morientes, pero la realidad es que el Madrid tiene a Ronaldo. Y a Morientes. 'Un hachazo, un pino', es la divisa de Florentino. Se ha vuelto a cumplir, con la consideración añadida del descrédito de Gaspart ante el Inter y los barones del fútbol europeo.
Queda otra lectura, y ésta afecta a Italia, el destino obligado de todas las estrellas. Ya no. Las estrellas salen corriendo de Italia, y eso está asociado a la cerrazón de un modelo insoportable para cierto tipo de jugadores. Los mejores del mundo, para más señas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de septiembre de 2002