Fernando Morientes, El Moro, tiene motivos para no deprimirse. En primer lugar, porque, aunque el Barça no le haya fichado, sus amigos, Raúl y Hierro, están en Madrid. En segundo, porque por contrato seguirá siendo el 9. El dorsal del delantero centro no se lo quitará ni Ronaldo, que hereda el 11 de Savio. Finalmente, porque es joven, 26 años, y se le da bien pelear por plazas que todavía no son suyas.
'En el Mundial era suplente y se ganó la titularidad', decía ayer uno de sus representantes. En efecto. Morientes está mentalmente más preparado para pelear por el puesto que vienen a arrebatarle que para apoltronarse. Su carácter le traiciona cuando le aseguran los privilegios. Se hunde un poco cuando no tiene un competidor. Se enternece.
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En la temporada pasada Morientes solía ser el titular fijo en la punta. Marcó 18 goles, pero se le vio pesado, según un compañero soprendido: 'Como un ex jugador'. Ahora los competidores se le multiplican. Portillo, que es uno de ellos, se aturdió ayer cuando lo dijo: 'Ufff... Habrá que competir con Ronaldo, Raúl, Morientes, Tote, Guti...'.
Raúl y Morientes comieron juntos el sábado. El capitán le quiso dar su apoyo en una época de confusión. Fue una muestra de afecto rara en Raúl, una persona reservada, tímida y distante que con Morientes siempre muestra su faceta más humana. Juntos bromean, cultivan complicidades, ritos infantiles, risas. Son amigos en un universo poco propicio para la amistad. Esto será de ayuda para El Moro en un curso que se anuncia disputado.
Las cosas no serán del todo sencillas para Morientes a partir de ahora. Quizá el presidente del Madrid, Florentino Pérez, siga sin apreciarle mucho. Quizá nunca se opondría a que se fuese a otro club e incluso puede promoverlo. Pero sus compañeros le aprecian. La atmósfera de insurgencia que se respiró contra Pérez en el vestuario, en la noche monegasca de la Supercopa, lo dice todo. Las muestras de afecto de Guti, Raúl, Figo, Casillas y Hierro debieron fortalecer a Morientes ante su nueva era.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de septiembre de 2002