El Inter terminó por acceder a una cláusula que en principio le resultó abusiva hasta lo inmoral. El presidente italiano, Massimo Moratti, consintió en cubrir la parte proporcional del sueldo de Ronaldo -el tiempo que le quede en el Madrid- si se vuelve a romper el tendón rotuliano de la rodilla derecha. Como los relojes, el brasileño llega con garantía. Es más: ayer declaró en la SER su renuncia. "Si me rompo [el tendón rotuliano] la rodilla derecha no quiero cobrar sueldo".
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El viernes pasado, a las dos de la madrugada, en Montecarlo, Florentino Pérez, el presidente del Madrid, le dijo a un representante del Inter que compraba a Ronaldo sólo si el club de origen se responsabilizaba de sus futuras lesiones en la rodilla derecha. El brasileño ha sido operado tres veces en los últimos cuatro años y el riesgo de recaída es un hecho que Pérez no estaba dispuesto a asumir.
La lógica de la exigencia del presidente era puramente comercial y estaba marcada por el espíritu pragmático que lo caracteriza. Si cuando alguien compra un artefacto defectuoso tiene derecho a garantizarse la reparación, ¿por qué no cubrir el mismo riesgo con un ser humano? A fin de cuentas, los artefactos y las personas cumplen funciones que se miden en dinero.
Ajeno a las imposiciones mercantiles y a sus contradicciones éticas, Ronaldo se sintió un poco triste cuando se enteró el viernes de lo que pedía el Madrid. "¡Quieren devolverme si me estropeo!", dijo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de septiembre de 2002