Nadie dudaba de que Ronaldo acabaría en el Madrid porque no hay jugador que se resista a Florentino Pérez. Más que nada, era cuestión de esperar a que el Inter se venciera como le pasó al Juventus con Zidane y al Barça con Figo, cosa a la que Joan Gaspart respondió que arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Massimo Moratti debió de recordar la afrenta al presidente azulgrana y le invitó a guardar al brasileño por un año mientras le buscaba una salida. Ocurrió, sin embargo, que Gaspart se retiró de la partida diciendo que Van Gaal no estaba por la labor y al Inter no le quedó más remedio que reencontrarse con el Madrid. En ésas estaban cuando apareció Morientes como pieza de cambio y el Barça metió baza en nombre del técnico El Inter y el Madrid se miraron y no pusieron reparos a que el ariete, indirecta o directamente, acabara en el Camp Nou. Pero a la hora de cubrir la apuesta, Gaspart se espantó e hizo ver que les había engañado: el Barça no sólo no ayudaría al Madrid a financiar el fichaje de Ronaldo, sino que lo encarecería. Al desplante respondió el Madrid pagando diez millones más por el brasileño y quedándose con Morientes mientras el Inter incorporaba a Crespo. Así es que no se sabe dónde está el negocio del Barça, que está sin Ronaldo ni Morientes, sin Jardel ni Hasselbaink, tras enredar con todo el mundo.
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Gaspart ha ido de chapuza en chapuza con tal de aparentar, como si ya nadie recordara que dilapidó 180 millones para después tener que dar la carta de libertad a Sergi, Abelardo y Rivaldo. Puede que a la afición azulgrana le desagraden ciertas fórmulas de capitalización, como la utilizada por Florentino, y, si no, para el recuerdo queda lo de Josep Lluís Núñez y su desencuentro con la Administración. La cuota sentimental obliga igualmente al presidente del Barça a guardar ciertas formas. Pero una cosa es sentirse Napoleón y otra no encontrar complicidad ni tener quien te fie. A Gaspart le bastaba con guardar silencio y ya se apañará el Madrid, pero con su paripé ha dado a entender que si no responde a Florentino como cuando subió el sueldo a Rivaldo con el fichaje de Figo o contrató a Saviola para atemperar la llegada de Zidane es porque en la caja no hay un euro. Vencido Gaspart, incapaz de encontrar dinero, no le queda otro remedio al Barça que encomendarse a Van Gaal para combatir a Florentino, contencioso que, a fin de cuentas, sitúa a los dos clubes en su papel natural: al Madrid le van tanto los presidentes como al Barça los entrenadores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de septiembre de 2002