En el día de Ronaldo marcaron Helguera y McManaman. Llegó el delantero con más fama del mundo, el brasileño más potente, el más hábil con el balón en velocidad, y los goles del Madrid entraron gracias a un central atrevido y un volante guasón. Primero fue Helguera, que peinó un córner con la coronilla. Después McManaman, que se anticipó a los centrales del Espanyol -¡les cogió la espalda!- para buscar un pase en profundidad de Raúl. El inglés marcó y Helguera corrió hacia él. Se abrazaron y saltaron de alegría. Bailaron. Macca le dijo: "¡Ahora tenemos que tomarnos unas cañas todos los viernes!".
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El viernes pasado, Helguera y McManaman coincidieron a tomar unas cervezas en el bar del hotel de Mónaco, durante el viaje de la Supercopa. El inglés, un fanático de las apuestas, le había apostado a Helguera que marcaría un gol. Al ver que ambos habían marcado, McManaman propuso en el propio campo, mientras celebraban, repetir el rito de las cañas para conservar la buena fortuna.
"Debo destacar la actitud de Helgera", dijo Del Bosque tras el partido; "porque siendo un centrocampista se ha adaptado perfectamente al centro de la defensa".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de septiembre de 2002