Con el futuro recorrido del AVE en su paso por Extremadura nos está sucediendo como con otras cosas, nos enzarzamos en discusiones que no llevan a ninguna parte sin que los árboles nos dejen contemplar el bosque (máxime si por el medio hay pájaros como el AVE).
Pronto va a ser una evidencia que el tren de alta velocidad anide en Extremadura. Pero seguimos mareando la perdiz: ¿por dónde tiene que pasar?
Probablemente, cuanto antes se despeje la incógnita, antes gozaremos del progreso que ocasiona su tránsito. Ya que para que una sociedad prospere, es necesario que crezca en bienestar y solidaridad.
Éstos son los valores que necesitamos para proponer un trazado del AVE dinámico y volandero: Madrid-Plasencia-Cáceres-Badajoz-Lisboa. Tenemos que ser realistas y ser conscientes de que en la vida no se puede tener de todo; por eso, aunque a algunos amigos les sepa a poco, nos parece que, en rigor, la ciudad de Mérida ya ha sido suficientemente recompensada y estimulada con la capitalidad autonómica y su teatro.
Es hora de que nos fijemos en otros aspectos (no sólo los históricos cuentan), también los geográficos, los administrativos, los demográficos y los económicos son importantes a la hora de configurar un nuevo trazado ferroviario.
Al observar con detenimiento estos condicionantes, comprobamos que existen dos ciudades extremeñas que ejercen la supremacía en estos terrenos: Cáceres, que es, además, la capital artística y cultural, y Badajoz, que representa el liderazgo en el sector financiero y de servicios. Razones suficientes para que el pájaro de plata haga parada y nido en los aledaños de estas dos intensas capitales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de septiembre de 2002