Quiero un teléfono, un simple teléfono fijo. Pero parece que no va a poder ser.
Una operadora cablea una ciudad, incluido mi edificio, desde hace más de un año, pero no tiene previsión de ofrecer ningún tipo de servicio (al contrario que el edificio contiguo, que dispone de todos los servicios de la operadora).
Otra operadora exige que sea cliente de otra distinta y pague las cuotas mensuales y el alta de su más directa competidora. Eso sí, tienen el detalle de no cobrarme el alta ni las cuotas mensuales, faltaría más.
Parece ser que no voy a tener más remedio que caer en las garras del 'ex monopolio' telefónico.
Y no sé si podré disponer del tan famoso ADSL hasta que contrate la línea, único motivo por el que deseo contratarla.
Si esto es la libre competencia que bajen de la nube la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones y el ministro de Ciencia y 'Tecnología' y me proporcionen algo tan simple como un teléfono fijo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de septiembre de 2002