Mucho le pide esta comedia italiana, desde hace un par de años enlatada esperando ocasión para su estreno, a su espectador. Primero, que se crea que una familia de ingentes recursos se vea, de la noche a la mañana, sin un duro; segundo, que no se les ocurra nada mejor para continuar con el paripé de su estatus, que encerrarse en el sótano de su mansión para disimular que no tienen dinero para ir de vacaciones; y tercero, que todo lo que allí dentro ocurre, sobre lo que guardaremos piadoso silencio, entra de alguna forma en la lógica de la narración.
Ni el guión, rutinario y lleno de trampas sonrojantes; ni los actores, fuera de registro (el peor, Abatantuono); ni sus concesiones al gusto americanizado de la comedia actual, con un final tan excesivo como todo lo que antes se nos narró, ayudan a que el respetable termine comulgando con una ficción trasnochada.
MI MARIDO ES UNA RUINA
Director: Marcello Cesena. Intérpretes: Victoria Abril, Diego Abatantuono, Giulia Steigerwald, Stefano Scandaletti, Chiara Sani. Género: comedia. Italia, 2000. Duración: 100 minutos.
Entre todo ello conviene señalar que sólo el esporádico brillo que la española Victoria Abril aporta al asunto sirven para hacernos recordar que, a pesar de todo, estamos ante una de las mejores actrices europeas; y que entre el tiempo, la miopía de los productores y, sin duda, su propia aceptación están arrinconando una brillante carrera metiéndola en bretes que su más que demostrado talento no se merece. Si para muestra sirve un botón, señalemos tres: La mujer del cosmonauta, Mamá, preséntanos a papá, Mi marido es una ruina... títulos que son auténticas declaraciones de incompetencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de septiembre de 2002