George Karl, el seleccionador de Estados Unidos y entrenador de los Bucks de Milwaukee, esquivó toda tentación de dejar ver un sentimiento de culpabilidad o abatimiento. El que fuera entrenador del Real Madrid, trató de buscar una lectura esperanzadora por lo ocurrido: 'Desde hacía tres semanas sabíamos que Argentina jugaba su mejor baloncesto y perdimos la compostura por la intensidad de su juego en el primer tiempo. Pero me alegro de que lo hiciéramos en este partido y no a partir de los cuartos de final. Ahora tendremos un nuevo reto para responder como equipo y demostrar que seguimos siendo los máximos aspirantes al título'. Tampoco quiso especular Karl sobre qué hubiera sucedido de haber podido contar con los números uno de la NBA. 'Sería un equipo de fantasía. Pero puedo asegurar que tenemos al mejor equipo y no es mayor problema la derrota porque seguimos con todas las posibilidades para ganar el campeonato'.
Paul Pierce, el alero de los Celtics, la figura de la selección de Estados Unidos, serio, con la mirada perdida, frente al centenar de periodistas que se congregaron de inmediato para conocer el impacto que había causado la derrota, no buscó excusas ni puso paños calientes. 'No sé si esta derrota pasará a la historia', dijo; 'personalmente tengo una decepción enorme porque es nuestra primera derrota en este campeonato, aunque seguimos estando en disposición de ganar la medalla de oro'. Pierce, qué menos, elogió a la selección argentina. 'Me quito el sombrero porque salieron a jugar un gran baloncesto y nos sorprendieron. Sentimos la frustración de no haber podido hacer mejor las cosas'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de septiembre de 2002