'Había una gotera sobre el patio de butacas bastante molesta y la zona de camerinos dejaba mucho que desear. Pero no teníamos sensación de ruina ni miedo. Hemos trabajado en teatros más cutres', recuerda el humorista Javier Cansado, quien junto a su compañero de escenario Faemino triunfaba en el Maravillas con Visto y no visto cuando de esa misma forma se produjo el cierre en 1999.
El espectáculo había gozado de un lleno total durante mes y medio, pero tuvo que cancelar otras seis semanas de representaciones para las que ya estaban vendidas todas las entradas.
'En otras ciudades españolas donde hemos actuado hemos encontrado teatros que no aparentaban ruina, que tanto su exterior como el patio de butacas estaban bien, y luego por dentro estaban fatal. El asunto de los teatros deteriorados no nos es ajeno', añade Cansado, y reconoce nostálgico que le da 'pena' la demolición del Maravillas, situado en el barrio que así denominaba la escritora Rosa Chacel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de septiembre de 2002