Me parece detestable el actual proceso de la televisión en nuestro país. Una constante mediática dedicada casi en exclusiva a la noticia rosa, y más sexual que otra cosa, sin ninguna posibilidad de acudir a debates, obras teatrales, en un país como éste lleno de autores increíbles..., programas que hagan pensar algo al ciudadano.
Pero lo que ya no entiendo es que todo un presidente del Gobierno haya caído también en esta situación y se preste, en la boda de su hija, con todos los medios allí presentes.
Me figuro que en su entorno nadie se ha atrevido a decirle que era inconveniente hacer una exhibición tal, porque este señor no debe necesitar consejeros. Supongo que las presiones familiares le han hecho equivocarse, porque no parece él una persona dada a estas alharacas.
Lo de las bodas reales es otra cosa. Es algo que tenemos todos asumido y aceptamos el show. Pero un señor que es un servidor elegido por los españoles, no el jefe, como quizá se crea, no debería haber consentido tal horterada, que puede llenar los medios de comunicación durante muchos días. Claro que como él tiene en la lista negra a éste su periódico, no leerá estas críticas que me figuro elogios en todos los demás. Para eso les invita a la boda...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de septiembre de 2002