Hace unos días he visitado en Madrid, en compañía de mi hijo de 12 años, el Museo Arqueológico Nacional. Y, como es lógico para los que acudimos procedentes de un lugar con bastantes restos prehistóricos, como es Valencina de la Concepción, todo nuestro afán en el recorrido por la planta que recoge los restos de la prehistoria de nuestra península fue comprobar si había algo allí de nuestro municipio. Y cuando prácticamente nos dábamos por vencidos, fue mi hijo quién descubrió una vitrina dedicada a la cueva de La Pastora. En ella se contiene una reproducción a escala, con un corte longitudinal, para mostrar el interior del dolmen. También se exponen distintas piezas halladas, como puntas de flechas de sílex del neolítico, así como algo de la Edad del Bronce.
Antes de llegar a la vitrina, ya mi hijo me advierte del error de bulto de localización que se contiene en el cartel de datos o ficha técnica que preside el lugar. Localiza la cueva o dolmen de La Pastora en el término de Castilleja de Guzmán, cuando la realidad es que está en el de Valencina de la Concepción. No obstante, cuando llego a Valencina, me pongo en contacto con el presidente de la Asociación Cultural Arqueológica Mataherrera, quién me confirma el error del Museo Arqueológico. Y, además, me da la explicación del por qué. El propietario de la finca donde se descubrió la cueva tenía un cortijo o caserío en Castilleja de Guzmán llamado La Pastora, pero donde se descubre la cueva fue en la finca denominada Mataherrera, en el término de Valencina. Y, no sólo al parecer, se conformó con bautizar la cueva con el nombre de La Pastora, sino que a efectos del museo, cambió de numicipio su localización.
Como creo que el Museo Arqueológico, ante todo debe perseguir la rigurosidad y, dado que el error es tan evidente, pienso que deberían tomar nota y, tras constatar lo que aquí digo, corregir el error y atribuir la localización al menos a Valencina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de septiembre de 2002