'Si hay ataque a Irak, la calle árabe sufrirá una explosión total, sin precedentes'. El diplomático español, Miguel Ángel Moratinos, alto representante de la UE ante el conflicto, y único testigo occidental de las conversaciones de Taba, donde por una vez hubo palmas de paz en lugar de puños de guerra, ve en el 11-S la derrota de la política. 'La seguridad se convirtió en precondición absoluta; sólo importaba la lucha contra el terrorismo y con ello la agenda dejaba de ser política. De ahí que los europeos insistamos en recuperar la visión política para ayudar a los palestinos a reformar su Administración -como exigen EE UU e Israel, además de la retirada de Arafat- pero eso es algo que sólo les compete a ellos'.
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El Gobierno de Sharon 'traza un paralelismo entre el 11-S y el caso palestino, pero nosotros negamos que sea así. Aquí hay una causa que exige una solución política, dos Estados, el israelí y el palestino. Cualquiera que sea el desarrollo de estos meses, la Intifada y lo que pase en Irak, habrá que atacar el problema político, tanto si ha perdido o no Bush una oportunidad con el 11-S'.
Europa se resiste, aunque quizá con más uñas que dientes, a congregarse en la coalición que el líder norteamericano quiere armar contra Saddam Hussein porque: 'El ataque sería muy peligroso por sus efectos colaterales. Sentimos todos una enorme preocupación por esa posibilidad, porque he podido comprobar personalmente en todo el mundo árabe cuáles se temen que puedan ser las consecuencias'.
Moratinos acaba de volar de París a Amman. Habla desde un taxi, la próxima parada es Jerusalén, en Palestina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de septiembre de 2002