Desde mi punto de vista, la Administración española, y dicho sea con el mayor respeto, es, al menos en ocasiones, un mare magnum de listas, esperas, colas, cosas que faltan, cosas que sobran, plazos, pagos, formatos de pagos... Modestamente sugiero, y no digo que no se trate más que de una quimera, la existencia de un modelo simple, breve, escueto, rasante casi con lo ingenuo, el mismo para toda España y para todos los españoles, y que sustituya, siempre y cuando queden preservados todos y cada uno de los valores que la Constitución española ampara, a un, a mi juicio, abultado administrativo que considero increschendo, y que de seguir así, entiendo, amenaza con esquilmar a muchos de los, no me extrañaría nada, pocos, todavía medio cuerdos. Y sin olvidar incorporar un logotipo, en él ya impreso, alusivo al autónomo de que provenga pues, imagino, de olvidar este detalle, toparíamos de lleno con Derechos Humanos, ONU, Constitución española, estatutos de autonomía, que dignifican, entiendo, los avatares de España.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de septiembre de 2002