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Crónica:Copa del Rey | FÚTBOL

Aplastante Real Madrid

El Sanse se adelantó en el marcador, pero no pudo contener la eficacia de Portillo y Tote, autores de seis de los ocho goles de la victoria

El Real Madrid se sacudió el polvo después de un decepcionante comienzo y aplastó al Sanse, que se adelantó con un gol de Roa. Por un momento se pensó en otro de esos partidos que los suplentes del Madrid se toman con una desgana insuperable. César sacó tres remates, la defensa se complicó la vida con excesiva frecuencia y el equipo no acababa de arrancar. Pero llegó un contragolpe bien tirado por Cambiasso y Celades, cuyo centro lo cabeceó Tote para empatar. Desde ese instante el partido derivó en un festival madridista, con todos sus delanteros como protagonistas. Tote anotó tres goles, los mismos que Portillo, lo que habla de abundante dinamita en un equipo con cinco delanteros centro. Resulta que Tote y Portillo son el cuarto y el quinto de la rotación en la delantera de Vicente del Bosque, casi un abuso en un equipo que cuenta además con Ronaldo, Morientes y Guti.

S.S. DE LOS REYES, 1; REAL MADRID, 8.

San Sebastián de los Reyes: Tello; Vaqueriza, Baigorri, Carlos Alberto, Romero; Jesús Blanco, Sergio (Tejedor, m. 80), Guerrero (Aguilera, m. 72), Arias; Roa (Nacho, m. 60) y Alberto. Real Madrid: César; Valdo (Guti, m. 46), Pavón, Rubén, Raúl Bravo; Celades, Cambiasso (Morientes, m. 60); McManaman, Tote, Solari y Portillo. Goles: 1-0. M. 13. Roa. 1-1. M. 23. Tote. 1-2. M. 33. Portillo. 1-3. M. 40. Tote. 1-4. M. 51. Portillo. 1-5. M. 56. Solari. 1-6. M. 68. Morientes. 1-7. M. 70. Tote. 1-8. M. 86. Portillo. Árbitro: Iturralde González. Mostró tarjeta amarilla a Valdo. Unos 5.000 espectadores que llenaron el nuevo estadio de San Sebastián de los Reyes. Se guardó un minuto de silencio en memoria del que fuera jugador del "Sanse", Sebas. El Madrid pasa a dieciseisavos de final de la Copa.

Por si acaso, Morientes también hizo su contribución. Marcó el sexto: no era cosa de quedarse atrás frente a sus colegas. Como lo goles caían con tanta regularidad, el juego pasó a un segundo plano. Cada jugada era una ocasión, muchas veces con acciones muy simples que servían para superar a la aturdida defensa del Sanse. El Madrid movió la pelota con facilidad, al paso, con un limitado despliegue físico y con tantos suplentes que es difícil pensar en un desgaste. Fue el mejor entrenamiento posible: tranquilo y al lado de casa. O sea, una pequeña fiesta.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de septiembre de 2002