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Crónica:FERIA DE VALLADOLID | LA LIDIA

Al que pida toro le linchan

Llegaron las figuras. Con ellos se poblaron los tendidos de incondicionales aplaudidores.

La afición quedó rodeada. Poncistas, hooligans y luguillaneros estaban dispuesto a todo con tal de que sus idolatrados se llevaran el gato al agua. Lo que no llegó, tampoco se le esperaba, fue el toro. Los del río, con aspecto de utilitarios, dieron el juego apetecido por las estrellas. La justeza de trapío, raza y fuerza dio paso a la embestida babosa. La emoción búsquese en las novelas del género. Si a alguien se le hubiera ocurrido pedir toro, le habrían linchado.

Ponce tuvo como primero al sobrero. El oficial se dejó un cuerno en el burladero. Maestro en casi todo, su muleta posee los mágicos poderes de la flauta de Amelín. Atonta. Hipnotizado el personal, todo da igual. Que cite fuera de cacho, que abuse de pico, que no se ajuste, que largue toro o se pase de faena. Su dulzura y plasticidad duerme hasta el peluco del presidente. Es el poncismo.

Del Río / Ponce, Luguillano, Juli

Toros de Victoriano del Río, justos de presentación, de fuerza, descastados y nobles. Ponce: dos orejas. Luguillano: oreja. El Juli: oreja. Plaza de Valladolid, 11 de septiembre, 5ª de feria. Casi lleno.

Luguillano tiró de personalidad. Tiene tantos detalles de arte, de nervio y de exagerados gestos y desplantes como lejanía entre el pitón y su faja. Faena de menos a más. Con detalles toreristas. Sin criterio.

Lo del Juli es otro cantar. Lo suyo es la entrega, la casta, el conocimiento, el no dejarse ganar la pelea, aunque como ayer recurra al toreo galerista y al arrimón para triunfar. Es todo un ejemplo de saber estar en el ruedo. Atento a todo y a todos. Derrochó profesionalidad, aunque no le correspondía la dirección de la lidia la asumió.

Agradecimiento

El señor presidente, aunque indebidamente, devolvió el primer toro porque al inicio de la faena se partió un pitón contra el burladero. Debió leer la letra pequeña del reglamento o, quizá, en compensación de errores anteriores, que igual a otro no le había caído el premio, la oportunidad de otro toro. El personal se lo agradeció. Casi todos contentos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de septiembre de 2002