Aunque parezca mentira, septiembre no sólo significa el aniversario de las Torres Gemelas; septiembre es también, para muchos estudiantes, un mes muy señalado, ya que nos debemos enfrentar a los temidos exámenes, sometidos a más o menos presión.
Me dirijo a usted para expresar mi indignación por la falta de respeto y de competencia que demuestran algunas facultades españolas, en particular la mía (Traducción e Interpretación en Granada), la cual, y debido a la falta de previsión, a la fecha de hoy todavía no ha finalizado unas obras de mejora del edificio que afectan a una serie de laboratorios de interpretación imprescindibles tanto para la realización de nuestros exámenes como para su preparación.
Como consecuencia de esta gran negligencia, un grupo de alumnos que finalizamos este año la licenciatura y que contábamos con terminar nuestros exámenes en las fechas oficiales, tal y como se había previsto, nos vemos obligados a perder el tiempo en discusiones vanas con decano, administrador, etcétera; a retrasar los exámenes, perjudicar nuestro rendimiento y resultados, llevarnos un triste recuerdo de la "eficiencia" administrativa y sentirnos, una vez más, tratados como pobres estudiantuchos que, tras un año de intensa formación de la mano de nuestros excelentes profesores (verdaderos profesionales a pesar de las trabas que les imponen), y aunque hayamos abonado las ya elevadas matrículas, no tenemos derecho a nada. Señores, ¡así no se puede trabajar! Viva la Universidad española.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de septiembre de 2002