Sin más aparejo que unos chalecos salvavidas o unas boyas, cinco hombres fueron rescatados en las últimas horas tras ser arrojados por la borda de los navíos en los que supuestamente se habían colado como polizones. Dos, de nacionalidad marroquí, fueron abandonados a su suerte por un mercante, según relataron, en aguas del Estrecho de Gibraltar, donde les encontró un pesquero. A los otros tres, de aspecto asiático, los salvó un transbordador de línea regular a siete millas al noroeste de la isla de Gran Canaria.
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Los magrebíes sortearon la muerte gracias a que la tripulación del Yo te espero, un barco de pesca con base en el puerto de La Atunara, en La Línea de la Concepción, les subió a bordo tras haber pasado un tiempo indeterminado en el mar.
Una vez que los pescadores los entregaron a la Guardia Civil, los inmigrantes relataron que habían sido arrojados el pasado lunes desde el mercante en el que se habían colado de rondón, según confirmaron ayer fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Cádiz. Para resistir el frío y el embate de las olas disponían sólo de sendos chalecos salvavidas.
La Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras ha abierto una investigación para aclarar lo sucedido. Anoche no se había informado ni de la identidad de los rescatados ni de sus edades. Tampoco de cuándo fueron encontrados por el palangrero. Anoche estaban pendientes de prestar declaración ante un juez.
Si se confirma la versión de los náufragos y se logra determinar qué buque les abandonó, su capitán podría ser acusado de un presunto delito de homicidio frustrado. Pero si en un par de días no se logra avanzar en esa investigación, serían devueltos a su país de origen en aplicación de la Ley de Extranjería, según fuentes de la Guardia civil.
A la penosa odisea de estos dos magrebíes se añade, en el caso de los asiáticos, el hecho de que no pudiesen relatar la suya más que por gestos. Con señas llamaron la atención del transbordador rápido Bentayga Express, de la naviera Fred Olsen, a primera hora de la tarde de ayer, que les rescató a siete millas, unos 13 kilómetros, de Agaete (costa norte de Gran Canaria).
Se hallaban sobre una balsa rudimentaria (seis boyas naranjas de medio metro de diámetro y otras tres boyas blancas del mismo tamaño alrededor, todo unido con cabos y re des) cuando les avistó el transbordador, que realizaba la ruta a Santa Cruz de Tenerife, según explicó el capitán del Bentayga Express, Javier Carrasco. Los tres orientales se encontraban 'en aparente buen estado de salud, muy tranquilos, algo colorados y con las ropas seca' lo que hace suponer que 'no llevaban mucho tiempo en el mar', informó Juan Ignacio Liaño, jefe de Operaciones de Fred Olsen.
Y con gestos y sonrisas los asiáticos se comunicaron con la tripulación del transbordador, que les suministró agua, comida y mantas. Ninguno de los tres hablaba español, inglés, francés ni alemán y sus pasaportes mostraban también caracteres propios de una lengua asiática.
Tras dar aviso a la Capitanía Marítima, los tres náufragos fueron entregados al Cuerpo Nacional de Policía que en la tarde de ayer buscaba entre las consignatarias del puerto de Santa Cruz de Tenerife un intermediario para proceder a tomarles declaración y así aclarar cómo llegaron a esta situación. La hipótesis más probable es que, como los magrebíes en el Estrecho, fueran abandonados por otro barco.
Con todo, aún más triste fue el hallazgo del cadáver de Mohamed E. M., marroquí de 23 años, en Maspalomas (en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, principal enclave turístico de la isla de Gran Canaria) apenas a 300 metros de la patera de la que supuestamente había descendido sobre las cinco de la madrugada junto con otros 16 africanos, diez de ellos ya detenidos.
La llegada de pateras procedentes de las costas africanas a Gran Canaria es muy inusual, si bien fuentes policiales dan por 'creíble' la versión según la cual los dos motores de la embarcación (en 'lamentable estado') sufrieron una avería antes de alcanzar la costa de Fuerteventura y la propia corriente marina los hizo embarrancar en Maspalomas, a donde los guió también el potente haz de luz procedente del faro del mismo nombre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de septiembre de 2002